Un día de pesca con mi hija
Últimamente he estado pasando por momentos difíciles. Me planteo muchas cosas acerca de mi negocio, de cómo va la vida, de las dificultades que han ido apareciendo.
He ido pocas veces a pescar. La primera vez, por ejemplo, agarré muchos peces; pero esta última vez no agarré ninguno. Me fui a pescar con mi hija, después de que ella fuera a la alberca, y estuvimos un rato en la laguna con mi hilo de pescar —ni siquiera tengo caña ni red ni nada. Y aun así, fue un momento muy bonito.
Pescar es una actividad que, de alguna forma, el instinto masculino llama. Me atrae. Es algo que últimamente he sentido casi como una necesidad. A veces paso ratos viendo videos de pesca sin poder parar. Creo que la razón está en que, tanto hombres como mujeres, buscamos sentir pequeñas victorias. Y cuando las cosas no van bien, necesitamos sentirlas aún más: son pequeños impulsos de adrenalina, de satisfacción, que nos recuerdan que seguimos vivos.
Ese día, con mi hija, no pesqué nada. Pero estuvimos juntos, en la noche, mientras ella veía la tormenta y yo trataba de cumplirle su emoción de pescar, aunque fuera un pequeño pez. Pero al parecer llegamos tarde: quizá ya estaban dormidos, porque no mordió ninguno.
Aun así, fue una pequeña aventura entre los dos. Y me la pasé muy bien. Creo que necesitamos de esos momentos de vez en cuando, sobre todo cuando las cosas no van bien. Son pequeños escapes, alejados del consumo, donde simplemente vas y disfrutas un rato juntos. Y los agradezco.
No sé de dónde viene este impulso por pescar. Es una de esas cosas nuevas que uno nunca pensó que le gustarían, y que al probarlas se sienten bien. Es una forma de confrontarte un poco con la naturaleza, de poner a prueba tus capacidades: para esperar, para cazar, para no sucumbir ante la decepción de no atrapar nada.
Me recuerda a cuando hacía bicicleta y me sentía fuerte y capaz. El cuerpo necesita esa sensación de adrenalina, aunque sea mínima. Y la pesca no es un golpe de adrenalina, sino más bien una actividad complementaria. No estoy pasionalmente enamorado de ella, simplemente me gusta y me hace sentir bien.
Es un pequeño hobby que, tal vez, tenga el potencial de ayudarme en esos días en que las cosas no van tan bien. Espero que todo mejore pronto. Que la vida no siga siempre así. Estoy pasando por momentos difíciles, y necesito cosas que me saquen poco a poco de este estado emocional.